Vaya por delante que no tengo nada contra ella, y que acompaño en el sentimiento a todas aquellas personas que la querían, incluso esas que ni siquiera la conocían, y ahora estarán llorando su muerte.
Pero, ¡no me jodas! ¿Cuándo dejó la prensa seria (si es que de algún modo han podido casar estas dos palabras en algún momento) de ser seria? Contemplo la cobertura que se le ha dado al fallecimiento de esta buena mujer, Rocío Jurado, por la que ya digo que no tengo un sentimiento especial, más allá de la indiferencia, y se me cae el alma a los pies. Apertura de todos los informativos de televisión, fotografías de portada de los periódicos de mayor tirada del país, conexiones en directo para seguir el ir y venir de famosillos por su velatorio y su funeral... ¿Pero para eso no están las revistas del corazón y los cientos de horas semanales que se llenan en televisión con las relaciones de unas personas que no me merecen el más mínimo interés?
¿Es que acaso no han muerto en los últimos años decenas de seres que han aportado mucho más a este mundo que esta señora? Yo os recuerdo algunos que merecían, como mínimo, un minuto más de espacio televisivo del que se le ha dado a la Jurado: Camilo José Cela (2002); Chuck Jones, el creador de Bugs Bunny y el Pato Lucas, entre otros(2002); John Entwistle, el bajista de The Who (2002); Celia Cruz (2003); Guillermo Cabrera Infante, y sus Tres Tristes Tigres (2005); el gran Arthur Miller (2005); Roa Bastos (2005); Terenci Moix (2003)... ¿Se os ocurre alguno más? Seguro que sí, y muchos. Ayudadme.
El caso es que, sin desearle mal ni a la cantante ni a ninguno de sus seres queridos, porque el amor no se mide en minutos de televisión, ni en páginas de periódico, he de decir que, más allá de cómo se ha tratado el tema (ya que ha generado polémica sobre la ética de esta profesión), no tengo la menor duda de que los medios de comunicación han alcanzado el cénit de esa caída que llevan varios años haciéndonos sufrir. Cosas como éstas son las que consiguen que a uno, aunque le duela, llegue a darle vergüenza ser periodista.
P.D: Por cierto, y al hilo de la foto, que la he incluido porque me parece en cierto modo graciosa, y porque quiero que poco a poco se me vaya conociendo a través de esta pequeña ventana al mundo exterior, no puedo obviarlo: ¡Odio a los tunos!