jueves, julio 31, 2008

En el camino / Bidean


Una vez más, y van varias, retomo esta línea de comunicación contigo. La verdad es que apenas albergo esperanzas de poder mantener en el tiempo mis apariciones por esta ventana, desde donde se te ve preciosa, pequeña pero brillante. Llego armado de tópicos, dudas y sentimientos encontrados. Por eso recurro a ti. Para que me alumbres, para que me escuches, para que me indiques dónde se esconde el sol y cuándo llega la hora de cambiar de marcha, de dejar que el motor descanse.
Hemos recorrido muchos kilómetros juntos. Pero estamos otra vez en el mismo lugar, en el punto de partida, dando vueltas sobre un eje imaginario escrutando los fríos páramos que se ciernen a nuestro alrededor. ¿De dónde procede la fuerza con la que los héroes afrontan el destino que les toca en suerte? ¿Es precisamente en esa capacidad para afrontar las situaciones cuando las cosas se ponen feas lo que diferencia a los héroes del resto de las personas?
No soy un héroe. Nunca lo he sido. Tampoco un villano ni un cobarde, si se pueden entender como los antónimos. Sin embargo, si tú sonríes a mi lado, voy a encarar esta parte del viaje sin miedos, sin poner la vista en el retrovisor, mirando al frente y seguro de que llegaremos a nuestro destino, probablemente este lugar del que tratamos de huir. Al fin y al cabo, ¿dónde se está mejor que en casa?
Bueno, lo dicho: cuento contigo en esta ruta. No dejes que me quede dormido.