domingo, junio 04, 2006

Y mañana lunes...

No existe peor traición que la de una persona querida.

sábado, junio 03, 2006

Vergüenza ajena


Vaya por delante que no tengo nada contra ella, y que acompaño en el sentimiento a todas aquellas personas que la querían, incluso esas que ni siquiera la conocían, y ahora estarán llorando su muerte.

Pero, ¡no me jodas! ¿Cuándo dejó la prensa seria (si es que de algún modo han podido casar estas dos palabras en algún momento) de ser seria? Contemplo la cobertura que se le ha dado al fallecimiento de esta buena mujer, Rocío Jurado, por la que ya digo que no tengo un sentimiento especial, más allá de la indiferencia, y se me cae el alma a los pies. Apertura de todos los informativos de televisión, fotografías de portada de los periódicos de mayor tirada del país, conexiones en directo para seguir el ir y venir de famosillos por su velatorio y su funeral... ¿Pero para eso no están las revistas del corazón y los cientos de horas semanales que se llenan en televisión con las relaciones de unas personas que no me merecen el más mínimo interés?

¿Es que acaso no han muerto en los últimos años decenas de seres que han aportado mucho más a este mundo que esta señora? Yo os recuerdo algunos que merecían, como mínimo, un minuto más de espacio televisivo del que se le ha dado a la Jurado: Camilo José Cela (2002); Chuck Jones, el creador de Bugs Bunny y el Pato Lucas, entre otros(2002); John Entwistle, el bajista de The Who (2002); Celia Cruz (2003); Guillermo Cabrera Infante, y sus Tres Tristes Tigres (2005); el gran Arthur Miller (2005); Roa Bastos (2005); Terenci Moix (2003)... ¿Se os ocurre alguno más? Seguro que sí, y muchos. Ayudadme.

El caso es que, sin desearle mal ni a la cantante ni a ninguno de sus seres queridos, porque el amor no se mide en minutos de televisión, ni en páginas de periódico, he de decir que, más allá de cómo se ha tratado el tema (ya que ha generado polémica sobre la ética de esta profesión), no tengo la menor duda de que los medios de comunicación han alcanzado el cénit de esa caída que llevan varios años haciéndonos sufrir. Cosas como éstas son las que consiguen que a uno, aunque le duela, llegue a darle vergüenza ser periodista.

P.D: Por cierto, y al hilo de la foto, que la he incluido porque me parece en cierto modo graciosa, y porque quiero que poco a poco se me vaya conociendo a través de esta pequeña ventana al mundo exterior, no puedo obviarlo: ¡Odio a los tunos!

Tiempos pasados


Resulta que este extraño viernes de visitas a tiendas de muebles lo he acabado en casa antes de lo previsto. Como mañana (o más bien dentro de unas horas) me toca currar, me he refugiado en mi salón, he encendido la tele y me he topado con el mítico Patxi Alonso retransmitiendo en La Sexta, una cadena de televisión nacional con un tufo a local que le costará sacarse de encima, el último partido de España en el Mundial de Corea y Japón, sí ése en el que el equipo de Camacho (¡¡¡Qué pasada de sobacos!!!) cayó en los penaltis contra los coreanos. Pues bien, al poco tiempo de haber encendido la tele me ha asaltado una certeza que me impide ahora conciliar el sueño: la selección que va a llevar España al próximo Mundial de Alemania es mucho peor que la que llevó a la anterior cita; es más, creo que tampoco tiene el nivel de las que acudieron a Francia o Estados Unidos, donde tampoco se comieron nada.

Así que aquí estoy, decepcionado, acojonado, preguntándome si merece la pena ilusionarse como siempre con las posibilidades que pueda tener España en el próximo Mundial, y entendiendo que, como la selección, mi vida ha tenido etapas mucho más sencillas y gratificantes que la actual. Por eso, en lugar de lamentarme de las muchas fases vitales en las que sé que fui más feliz (que son muchas), recurro a Jorge Manrique, que forma parte de una de esas épocas, aquella en la que era tan ingenuo como para pensar que tenía cualidades para flirtear con la poesía.


Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.


Sé que nunca volveré a ver a otro jugador que domine el juego aéreo como lo hacía Nadal. Estoy seguro de que jamás amaré a nadie como te amo a ti.

viernes, junio 02, 2006

Yo y mi blog

Tras navegar durante un par de años por cientos de blogs he llegado a la conclusión de que todos aquellos que expresamos a través de la red nuestras ideas o sentimientos compartimos una evidente necesidad de exhibicionismo insatisfecha. Tenemos, por ejemplo, a personas tímidas y de gran talento que no son capaces de demostrar en su vida cotidiana toda su valía y la descargan en pequeñas dosis de magia en sus diarios cibernéticos. Y también a otro tipo de gente, la hay por doquier, que pretende obtener en la red el reconocimiento a una brillantez que no posee por mucho que se esfuerce. En este caso, además, se trata de esa clase de individuos que avasallan, y casi nunca son avasallados, y que sin duda disfrutan más releyendo los mensajes de su propio blog que navegando para hallar en este universo infinito que es Internet los numerosos espacios en los que puedes disfrutar de un post capaz de invitarte a reflexionar sobre tu propia vida, eso sí, partiendo de las circunstancias de una vida ajena.

Es evidente que me considero ajeno a ambos grupos. Aunque, claro, no soy yo quien debe juzgarlo. Ni tengo el talento que nos regalan los primeros ni la necesidad de exhibirse que derrochan los segundos. Es más, creo que en esta materia he sido siempre un voyeur, como dice Laura, "una especie de crítico profesional", porque he pasado horas y horas escudriñando las opiniones ajenas sin aportar nada propio. Esto no quiere decir que me sienta obligado a saldar una deuda. Todo lo contrario. No tengo la más mínima duda de que seguiré leyendo mucho más de lo que escribo. Pero como es mi segundo post, me sentía en la obligación de justificar la existencia de esta pequeña ventana hacia mi interior y explicar, grosso modo, quién soy.

Ahí va: me apasionan los deportes, porque tienen un lado épico que la vida perdió hace años, al menos en los países en los que no morimos de hambre; disfruto fumando; me encanta ofrecer y que me ofrezcan una sonrisa, aun cuando las cosas se ponen feas (sobre todo en esos momentos); me cuesta amar; leo mucho menos de lo que me gustaría; trabajo mucho más de lo que debería; me encanta el cine, aunque quizá sea incapaz de apreciar el arte que encierra y me quede en los sentimientos que transporta; me gusta la música, y pensar cómo viviría cada momento intenso si fuese como en las películas y pudiera ponerle una banda sonora; me gustan las habas, la cerveza y los embutidos; odio andar; me resisto a pensar que jamás llegaré a jugar en la NBA o a convertirme en una estrella de rock, aunque no tengo habilidad para tocar instrumento alguno y canto como un demonio (además me faltan 20 centímetros... de altura); las resacas hace tiempo que me duran más de un día; y persigo cualquier cosa que consiga hacerme llorar, aunque sea algo triste, porque sólo así puedo sentirme vivo.